LISTIN DIARIO-VIERNES 29 DE JULIO DE 1988-PAGINA 10-B
ARTE DOMINICANO
En Casa de Bastidas Eric Genao despliega su talento.
Por Marianne de Tolentino
El arte abstracto sigue ganando puntos. Actualmente las mejores exposiciones de la ciudad se suscriben a un lenguaje pictórico no figurativo. No creemos que sea simple coincidencia. Los expositores son jóvenes, y crece, en la nueva generación, tanto una tendencia abstraccionista como el rechazo de encasillarse dentro de la figuración y de un determinado “istmo” con excepción del eclecticismo.
Ellos ponen en movimiento sus energías, sus pulsaciones subconscientes, sus esquemas estructurales, pocos preocupados de ajustarlos a formulaciones descriptivas y representativas de la realidad externa.
Ahora bien, en esos mundos peculiares y a veces emparentados, se alojan signos y símbolos, vinculados al entorno tropical por la forma y el color, vinculados también a las fuentes culturales propias-con un alentador resurgimiento del léxico precolombino-.
Tampoco descartaremos el hecho de que se emiten reiteradas advertencias para que la gente joven evite mutilar su talento, lanzándose a la comercialización y la complacencia: investigar, dibujar, pintar “abstracto” implica desprendimiento en nuestro medio artístico y el desafío a los gustos dominantes.
Nuestra única aprehensión reside en el peligro del facilismo gestual y graffitista. En tal caso, la formación, el estudio y la sinceridad intervienen para orientar la evolución.
Es obvio que ese peligro no concierne a la vez dentro de una rigurosa vigencia de los movimientos plásticos contemporáneos y explora la iconografía multisecular. El pinta sensaciones, construcciones, señales, llevado por sus conocimientos técnicos y sus referencias intelectuales. Y nos agrada como expresa sus convicciones y su autodefinición: “Esta muestra, mas que un símbolo es un intimo y atrevido intento de abrazar el arte, la filosofía y la historia. Dura prueba para el pensamiento y el espiritual como el hecho de crearla”. Meta abiertamente ambiciosa y plenamente lograda del punto de vista de la comunicación estética. Manuel Mora Serrano tiene total razón al calificar esta exposición de “esplendorosa”.
La muestra se presenta en el gran salón de exposiciones de la Casa de Bastidas, y ese local corresponde a su justa medida, mientras usualmente para individuales de pintores jóvenes es demasiado imponente y “exigente”. Allí, la obra de Eric Genao cabe perfectamente. Más aun la amplitud permite el despliegue adecuado de prácticamente tres años de trabajo, sobresaliendo en cantidad el 1988. Es obvio que, en ese artista de precoz madurez, la búsqueda no se detiene: observamos un proceso continuo de transformaciones estructurales, de variantes geométricas (siendo Eric Genao otro ejemplo de la “geometría sensible” latinoamericana) y de modulaciones cromáticas.
Sabemos que el expositor de Bastidas es a la vez un profesional de la pintura y de la arquitectura. No cabe duda de que esa información dirige nuestra atención hacia ciertos elementos de los cuadros: la composición, la construcción, el espacio, las medidas interiores. Dentro de una gran diversidad, los planteamientos formales se caracterizan por una síntesis de energía, y de lirismo, de configuraciones mayormente cerradas y de fondos abiertos, se morfologías recortadas, ensambladas y mutuamente absorbidas. Casi siempre una estructura matriz, que sea ovoide, alargada o pluridireccional, constituye el “núcleo” del cosmos de Eric Genao. En torno al modulo o al eje, interviene entonces la jerarquía de los planos, del as líneas, de los fragmentos. Y como todo buen arquitecto, el cuida tanto el acabado de los detalles como el diseño global y las proporciones.
La pintura de Eric Genao podrá ser simple en el sentido de que “comunica” inmediatamente con el espectador, transmitiendo armonía, equilibrio y agrado perceptivo-a pesar de no caer nunca en la complacencia-, provocando el encantamiento y la seducción a partir de la reflexión estética que traduce. No obstante, la segunda mirada o lectura revela la complejidad de una expresión verdaderamente vital, dotada de una simbología múltiple. La formación pluridisciplinaria-que incluye la tecnología-, la estancia prolongada en Europa- existe una evidente afinidad del artista dominicano con ciertas modalidades de la contemporaneidad pictórica española-, las inclinaciones personales-entre las cuales se destaca la curiosidad humanística-explican la frecuencia de una poesía… de signos industriales, de piezas mecánicas, de referencias citadinas. Los “aspectos esenciales del arte y la historia”, su preocupación por producir una obra actualizada, según la propia profesión de fe del creador, lo sitúan naturalmente en su época, en un contexto de civilización próxima al segundo milenio.
Al mismo tiempo, notamos una ambigüedad que vuelve la obra todavía más interesante. La evocamos ya al vincular dos registros, aparentemente opuestos como la poesía y la tecnología. Otra zona de signos/símbolos devuelve a un Eric Genao caribeño cuya pintura manifiesta calor, sensualidad, acentos orgánicos.
Sin demagogia cultural, ese trabajo bellamente elaborado-a nivel de una factura impecable-lleva la impronta del mestizaje y de la negritud en playas de colores profundos, mediatizados y umbrosos, de la magia y el sincretismo en “objetualizaciones” misteriosas y portadoras de instrumentación ritual, de la “memoria” prehispánica remontando a la grafía taina. Los dos lienzos fascinantes –nuevamente concordamos con Manuel Mora Serrano-, que funden abstracción y reminiscencia identificable, lechuza, danza en Chacuey, se arraigan en vivencias, fauna y ceremoniales de una realidad mitificada, aborigen y afroantillana. Desde que el contemplador los descubre, se hace difícil pasar a otras telas, sin detener la mirada, atraída por efectos ópticos casi hipnotizantes.
“Mas allá de los Símbolos”, exposición demostrativa de mucho talento y oficio, confirma a Eric Genao como valor sobresaliente de la pintura dominicana.
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